Mourinho es un comunicador, sabe gestionar el mensaje y condicionar las iras. Eto’o le adora pero no le duelen prendas en reconocer que cuando jugaban en el Barça, le odiaba tanto como a Van Gaal algunos de sus jugadores cuando es inflexible al capricho. El maestro Van Gaal, el aprendiz Mourinho, el partido estará en el desequilibrio. El portugués lo buscará con cualquier tipo de arte, el holandés lo hará a partir del fútbol y es que Van Gaal nunca ha perdido el juego de toque para ganar por bandas.
El punto de partida de ambos es el 1-4-3-3. Ahora el Bayern juega el 1-4-4-2 aunque con tendencia a partirse en dos mitades ya que los interiores, Robben y Ribery, son auténticos delanteros. La tendencia al 1-4-2-4 de los bávaros puede ser un arma de doble filo ya que en la inferioridad de la zona ancha estará el triunfo del Inter y en la igualdad de los delanteros contra los defensas estará el éxito del Bayern.
Unos y otros juegan con lo mediático. Lejos de ser los mejores, son los equipos que mejor han sobrevivido a la adversidad. Ninguno era candidato mediático, estaban en la segunda fila aunque eran una amenaza ya que tenían argumentos suficientes para salir campeones. No existe campeón sin un gran técnico detrás y en Europa hay muy pocos con ese talento para ganar partidos con una decisión sin que eso signifique inventar.
En ambos hay calidad diferencial, jugadores capaces de desequilibrar en el uno contra uno, más en el Bayern que en el Inter, un equipo más de pegada y contraataque. Robben firma un año que le hace competir con Messi y Cristiano por el Balón de Oro. Ribery es la otra cara de la moneda, venido a menos en una temporada confusa. Lesiones y líos, todo menos fútbol para terminar abandonado en el camino ya que la renovación con el Bayern parece su mejor destino. La revelación es Müller, un mediapunta llegador al estilo Luis Enrique. Puede jugar también en banda y como delantero centro aunque siendo el objeto de las miradas le es más complicado distinguirse.
Olic es el gladiador, tan limitado como efectivo. No tiene belleza gestual pero ha sido el escudero de Robben en esta Champions. Entre ambos han sido capaces de hacer olvidar a los ausentes como el citado Ribery y como Mario Gómez o Klose de los que se esperaba más transcendencia. En el doble pivote, Van Bommel y Schweinsteiger, potencia y recorrido para sobrevivir a la negación ya que ninguno de los dos es mediocentro. Atrás dos centrales lentos con una contundencia descomunal. En el lateral izquierdo, la debilidad. Se busca jugador indiscutible siendo el lateral diestro para Lahm. En la portería Butt, uno que vuelve a jugar una final tras la torpeza de Glasgow.
En el otro bando, los favoritos. Una final es portería a cero y nada como Julio César, el mejor portero del mundopara asegurar el cero. Por delante oficio y contundencia. Falta táctica e instinto para que si pasa el balón no pase el futbolista, una regla no escrita más antigua que el fútbol. Lucio y Samuel no dejan nada al azar, Chivu es el relevo de lujo con dos laterales innegociables, Maicon y Zanetti, aunque el argentino se queda fuera porque Maradona es capaz de dejar en tierra al capitán neroazzuro para llevar a uno que todavía no se ha despertado del susto, Clemente Rodríguez.
Por delante más madera. Doble pivote en el mejor de los casos y trivote cuando el tema consiste en resistir. Cambiasso – Motta con Stankovic para jugar aún más defensivo. En las bandas Eto’o y Pandev a pierna cambiada, jugadores disciplinados capaces de seguir a su lateral sin levantar la voz ya que Mourinho no admite injerencias ni individualismos. Como eje, Sneijder, para ser el único jugador de último pase. No hay espacio para más, Mourinho apuesta por la pegada y eso significa dos puñales, Pandev – Eto’o, y un killer, Diego Milito.
Juegan los jugadores pero los protagonistas serán los técnicos. Una victoria sería la despedida perfecta para un Mourinho con la mirada más corta que un romántico Van Gaal. El portugués será entrenador madridista, el holandés sigue soñando con ser capaz de ganar los seis títulos.